Vuelta al cole: Cada vez más escuelas apuestan por retrasar las pantallas en los colegios

Cada vez más escuelas replantean el uso de tecnología en la infancia. Tablets, móviles y pizarras digitales están dejando paso a lápices, libros y experiencias prácticas en los primeros años. Este cambio refleja un nuevo enfoque educativo que prioriza el desarrollo cognitivo y social sobre la exposición temprana a pantallas.

Rubén Merino
Cada vez más escuelas apuestan por retrasar las pantallas en los colegios
Cada vez más escuelas apuestan por retrasar las pantallas en los colegios

Durante más de una década, el discurso ha sido unánime: cuanto antes se familiaricen los niños con la tecnología, mejor preparados estarán para un futuro inevitablemente digital. Tablets en infantil, pizarras electrónicas en primaria y ordenadores portátiles en secundaria parecían una evolución natural del aula. Sin embargo, la tendencia empieza a tambalearse. Cada vez más voces defienden que la introducción de pantallas a edades tempranas no es tan beneficiosa como se pensaba y, de hecho, podría estar comprometiendo aprendizajes básicos.

En pleno 2025, asistimos a un cambio de paradigma educativo. Gobiernos, escuelas y familias replantean el papel de la tecnología en la enseñanza. La nueva idea fuerza es simple: retrasar su uso. No se trata de renunciar a ella, sino de posponer la entrada de tablets, móviles y ordenadores en las primeras etapas educativas para dar prioridad al desarrollo cognitivo, la concentración y las habilidades sociales.

El auge de las aulas sin pantallas

El debate ha dejado de ser marginal. Francia prohibió hace años los teléfonos móviles en colegios hasta los 15, y otros países europeos discuten medidas similares. Alemania, Reino Unido o Países Bajos han abierto comisiones para evaluar el impacto de la digitalización temprana. Incluso en España, donde la digitalización escolar se había acelerado con la pandemia, empiezan a oírse voces que reclaman volver a los libros, al papel y a la escritura manual.

Modelos educativos como Waldorf o Montessori ya aplican este enfoque desde hace décadas. En estas aulas, la tecnología no entra hasta secundaria. El objetivo es claro: fomentar primero la creatividad, la motricidad fina, la capacidad de atención y la curiosidad. Solo cuando esas bases están asentadas, se introduce la tecnología, no como un sustituto, sino como una herramienta complementaria.

¿Porque este cambio de paradigma en la educación retrasando la tecnología?

Las razones que sustentan este giro son múltiples, pero todas confluyen en un mismo punto: la salud cognitiva y emocional de los niños. Varios estudios recientes advierten de que el exceso de pantallas en edades tempranas se asocia a dificultades para mantener la atención durante largos periodos. Profesores de primaria alertan de que los alumnos llegan con menos destreza en la escritura manual y menor hábito de lectura profunda.

El contacto físico con objetos, la manipulación de materiales y la interacción cara a cara siguen siendo claves en el desarrollo neurológico de los más pequeños. Cuando estas experiencias se sustituyen por la interacción con una pantalla, algo se pierde. Además, la sobreexposición digital se vincula a problemas de ansiedad infantil, a una menor tolerancia a la frustración y a dificultades para autorregularse.

Una realidad que cada vez tiene más peso y los padres están más concienciados

La conclusión que empieza a abrirse paso en el debate educativo es contundente: la tecnología es útil, pero no urgente. No hay prisa en introducirla en la infancia, porque lo esencial —aprender a leer, escribir, razonar y convivir— no depende de un dispositivo. La alfabetización digital llegará inevitablemente, pero la base del aprendizaje sigue estando en la experiencia humana directa.

Experiencias en colegios y modelos educativos

Cada vez son más los centros que experimentan con este enfoque. En España, algunos colegios privados y concertados han decidido limitar el uso de tablets hasta los últimos cursos de primaria, mientras que en países como Finlandia y Holanda las aulas de infantil funcionan casi exclusivamente con materiales físicos y actividades prácticas. Las pizarras digitales y los portátiles no aparecen hasta que los niños tienen desarrolladas las habilidades básicas de lectura, escritura y cálculo.

Estos modelos no rechazan la tecnología, sino que buscan un uso estratégico y consciente. En lugar de introducirla de forma masiva, los docentes la incorporan como herramienta para reforzar contenidos ya aprendidos o para fomentar proyectos creativos que complementen la enseñanza tradicional. La idea es que los niños aprendan primero a concentrarse, a trabajar en grupo y a resolver problemas sin depender de un dispositivo.

Padres más concienciados con un modelo educativo sin pantallas pero con dilemas

La medida genera debate entre las familias. Algunos padres celebran esta estrategia, viendo cómo sus hijos desarrollan más autonomía, paciencia y creatividad. Otros, en cambio, muestran preocupación: temen que los niños puedan quedarse atrás en habilidades digitales frente a sus compañeros de otras escuelas o que tengan dificultades para adaptarse cuando la tecnología sea finalmente parte del aula.

Los expertos coinciden en que no se trata de elegir entre “todo o nada”. El equilibrio es fundamental. Limitar la exposición temprana no significa eliminar por completo la tecnología, sino enseñar a usarla con propósito y responsabilidad. Además, los padres pueden participar en el proceso, reforzando hábitos saludables en casa y acompañando a sus hijos en el aprendizaje digital de manera progresiva.

La importancia es la educación de los más pequeños

El debate sobre la infancia sin pantallas también abre preguntas sobre el futuro de la educación. Algunos especialistas apuntan a que las próximas generaciones podrían beneficiarse de un modelo híbrido: habilidades básicas adquiridas en un entorno analógico y aprendizaje digital incorporado de manera gradual y controlada. La tecnología seguiría siendo protagonista, pero ya no como eje central desde los primeros años.

La evidencia actual sugiere que retrasar el uso de tablets y otros dispositivos en el aula no es un retroceso, sino un ajuste pedagógico. La educación del siglo XXI no consiste solo en formar estudiantes competentes en tecnología, sino en formar personas capaces de pensar críticamente, resolver problemas y relacionarse con los demás. En ese sentido, las aulas sin pantallas cumplen un papel estratégico: preparan a los niños para un mundo digital, pero sin sacrificar su desarrollo humano.

Lo que dicen los expertos

Los pedagogos y neuropsicólogos coinciden: la exposición temprana a pantallas debe ser gradual y controlada. La doctora Ana Martínez, especialista en desarrollo infantil, señala que “el cerebro de un niño pequeño necesita experiencias directas, juego con objetos y contacto social para formar conexiones neuronales sólidas. Las pantallas no sustituyen estos aprendizajes; los complementan cuando el niño ya tiene ciertas habilidades consolidadas”.

Un estudio reciente publicado en Frontiers in Psychology concluye que los niños de 4 a 6 años que pasan menos tiempo frente a dispositivos muestran mejor capacidad de atención sostenida y mayor facilidad para resolver problemas prácticos en comparación con sus pares más expuestos a la tecnología. Los autores del estudio destacan que no se trata de prohibir el uso, sino de establecer límites claros y objetivos.

Recomendaciones prácticas para padres y profesores para educar con un modelo retrasando las pantallas

Los expertos recomiendan varias estrategias: primero, retrasar el uso de tablets y móviles en el hogar y en la escuela hasta que el niño tenga desarrolladas habilidades básicas de lectura y escritura. Segundo, promover juegos de construcción, actividades manuales y lectura en papel como pilares del aprendizaje temprano. Tercero, cuando se introduzca la tecnología, hacerlo con objetivos claros: apoyar un proyecto creativo, reforzar conocimientos o facilitar la colaboración entre compañeros.

Además, la educación digital debe enseñarse de forma consciente: no basta con dar un dispositivo; hay que mostrar cómo usarlo de manera responsable, equilibrando el tiempo frente a la pantalla con experiencias físicas y sociales. Los padres pueden acompañar este proceso, supervisando su uso y estableciendo horarios que fomenten hábitos saludables.

La Comunidad de Madrid ha limitado el uso de dispositivos digitales en las aulas

La Comunidad de Madrid ha aprobado un decreto que, a partir del curso 2025/26, elimina el uso individual de dispositivos digitales en las aulas de Educación Infantil y Primaria en los centros educativos sostenidos con fondos públicos. Esta medida prohíbe que los alumnos trabajen de forma individual con tabletas, móviles u ordenadores, así como la realización de tareas académicas evaluables fuera del horario escolar que requieran el uso de estos dispositivos. No obstante, se permite el uso compartido de dispositivos bajo supervisión docente y con fines pedagógicos concretos, con un límite horario por ciclo educativo.

En Educación Secundaria Obligatoria, los centros tendrán la autonomía para delimitar el uso individual de dispositivos digitales según las características de las enseñanzas impartidas, la edad y el grado de madurez de los alumnos, debiendo reflejarlo explícitamente en el proyecto educativo del centro.

Esta normativa busca fomentar métodos educativos más tradicionales, priorizando el uso de libros en papel, escritura a mano, caligrafía, dibujo, memorización y exposición oral, limitando al máximo la enseñanza de saberes básicos a través de medios digitales. La medida responde a la creciente preocupación por los efectos del uso excesivo de pantallas en el desarrollo cognitivo y emocional de los estudiantes.

Cabe destacar que los colegios privados de Madrid no están sujetos a esta normativa y podrán decidir si implementan o no restricciones similares en el uso de dispositivos digitales en sus aulas.

¿En qué lugar te posicionas?

El nuevo paradigma educativo no rechaza la tecnología, sino que la sitúa en su lugar: una herramienta poderosa que se activa en el momento adecuado. La educación del siglo XXI no consiste únicamente en formar estudiantes competentes en el mundo digital, sino en formar individuos capaces de pensar críticamente, resolver problemas y relacionarse de manera efectiva.

Las aulas sin pantallas, y la decisión de retrasar la introducción de dispositivos, no son un retroceso, sino una apuesta estratégica por un desarrollo equilibrado. Se trata de dar tiempo a los niños para que desarrollen habilidades cognitivas y sociales fundamentales, antes de sumergirse en un universo digital cada vez más presente en sus vidas. La tecnología llegará, pero cuando el niño esté preparado para aprovecharla sin perder lo esencial: la capacidad de aprender, imaginar y conectar con los demás.

Cómo es un tema candente nos gustaría saber tu opinión a través de los comentarios.

Fuentes:

  • Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid, Decreto 64/2025, publicado el 24 de julio de 2025.
  • Asociación Nacional de Profesionales de la Educación en Madrid (ANPE Madrid), comunicados sobre la regulación del uso de dispositivos digitales en centros educativos.
  • Medios de comunicación especializados en educación y sociedad, cobertura sobre la limitación de tablets y móviles en Infantil y Primaria en Madrid.
  • Informes y análisis de expertos en pedagogía y desarrollo infantil sobre el impacto de la tecnología en el aprendizaje y la concentración de los alumnos.
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